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La alternativa más fácil

Existen varios separadores o filtros para arsénico en el mercado. Todos ellos presentan desventajas: muy caros, de difícil uso, se atascan fácilmente, reemplazan el arsénico por otras sustancias nocivas, no tienen programa de depósito, etc... Proshikha intentó fabricar ladrillos con residuos arsénicos (Baral, Conferencia PHA, 7.12.2000). La National Occupational Commission Australia (1999) avisó sobre el peligro de explosión de los trióxidos de arsénico al ser calentados y de que si los ladrillos son usados para la construcción de caminos en Bangladesh, contaminarán más tarde el agua de la superficie y del subsuelo.

En Alipur, Faridpur, se encontró una fosa „Kua“ y un pozo donde la concentración de arsénico era de 0,5 mg/l y 0 respectivamente (el estándar de la OMS es 0,01 mg/l). Este pozo fue cerrado por UNICEF y otras agencias.

Una fosa „Kua“ sólo puede cavarse en febrero, marzo o abril, cuando los niveles del agua son bajos, y cuesta alrededor de 5000 TK. Debe ser adecuadamente monitorizada.

El agua procedente de esta fosa puede ser mejorada mediante una adecuada limpieza y las bacterias eliminadas mediante radiación solar (sin coste alguno) o ebullición. Un simple filtro producido y mantenido por los habitantes de las aldeas no cuesta más de 100 TK.

La unidad de abastecimiento de Faridpur fue construida durante el periodo colonialista británico. Consta de dos depósitos (ver foto): una cámara de oxidación y otra de sedimentación. El agua procendente del subsuelo con alta concentración de arsénico es bombeada y tras la oxidación, sedimentación y filtración los valores de arsénico se sitúan por debajo del estándar de Bangladesh. Este proceso puede ser mejorado, es posible introducirlo a pequena y gran escala a nivel comunitario en la mayoría de las áreas afectadas y no requiere uso de alta tecnología.

Nuestra gente sobrevivirá inventando nuevos métodos si quiere salir adelante rechazando las tecnologías ofrecidas por ciertas empresas occidentales que sólo desean hacer negocio. Estos métodos no han sido probado en su mayoría en sus propios países.

No queremos que millones de personas de la población rural de Bangladesh sufran una lenta agonía.

Traducier: Theresa Lorenzo
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